Cuando el invierno llega al viñedo, el paisaje cambia de manera profunda, transformándolo en una estampa imponente de calma y reposo. La vid, ahora desnuda de sus hojas y frutos, se presenta ante nosotros con una belleza austera. Es el momento en que la planta reposa, concentrando sus nutrientes en la raíz para sobrevivir al frío invernal.