A lo largo de la historia, y posiblemente con un vínculo que les unía, el almendro y la viña han compartido suelo, al menos desde tiempos de los romanos. Y es que el almendro es uno de los árboles que más impacto tiene sobre el paisaje en cualquier escenario. Su floración anuncia la llegada de la primavera y lo hace en ocasiones todavía bajo el frío de finales del invierno.