Si hay algo de los que nos sentimos tremendamente orgullosos en Bodega del Abad es de la ubicación de nuestros viñedos. Es emocionante pensar que los peregrinos que, a diario, cruzan nuestras viejas cepas de uva mencía y godello llevan haciéndolo exactamente por el mismo lugar desde hace siglos. Sobrecoge el instante en el que imaginas, por un momento, que el peregrino de mochila, anoraks y botas de montaña de hoy fue tiempo atrás un viajero que venía de los últimos rincones de Europa camino de Santiago de Compostela, casi descalzo, quizá con sandalias, esclavina, bordón y calabaza.